18 de marzo de 2009

Puntos sobre íes. Diéresis sobre úes.

Supongamos que usted desea contarle a alguien, vía sms, algo sobre una ojota. O dos ojotas, como se las suele encontrar en su hábitat natural. Los pieses. No pregunte por qué. El abanico de posibilidades del caos universal da lugar a montones de anécdotas interesantes en torno a ojotas. Van más allá de sus wildest dreams. No importa, no trate de imaginárselo, la realidad superaría a la ficción de sus baratas y apresuradas elucubraciones. Basta. No se me distraiga, no sea perejil. Por supuesto que usted lo usa en modo diccionario. Menos veces que teclear. Apropiado para alguien con déficit de atención como usted. Lo que no sabe es que si usted tiene un Sony Ericsson, dicho aparato no conoce las bondades de tan veraniego calzado. De un momento al otro, entonces, usted se encontrará hablándole a su cónyuge, fato o correligionario, de algo tan descabellado como una nknta. Alarmante. No suspire aliviado. Se creyó invulnerable por tener un Nokia, y tendrá un surmenage cuando vea que ahora la broma cruel del destino pega, y pega más fuerte, en forma de olmüa. Una broma a la que esa palabra tan ridícula, 'desopilante', se adapta (creo yo y me gustaría saber su opinión) mucho mejor que a un filme de Francella. Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

No hay comentarios: